Regar a Camps


(Camps, entonces President, lanzó una campaña junto al presidente murciano sobre el agua ante la demanda desde Barcelona de un trasvase provisional que pudiera inyectar las vacías tuberías de la gran urbe catalana. Había sido un año de gran sequía. De todas formas, la anécdota de este artículo llegó pasados unos meses, cuando alguien de Santa Cruz de Moya llevaba de la mano a su nieta y se dio de bruces con Camps. Se entabló una conversación, ya saben los políticos cuando ven a un niño… por lo que fuera le preguntó por su origen y le dijo que a pesar de llevar toda la vida en Valencia donde habían nacido hijos nietos y nietas, era de Santa Cruz de Moya. Y el President le contestó, en su pueblo hay alguien que no me quiere bien)

Regar a Camps

Camps es un apellido catalán. En algún momento de la historia, alguien apellidado Camps se trasladó a Valencia, donde formaría una familia o la traería consigo y los años o los siglos han permitido que un Camps sea el Presidente de la Comunidad Valenciana. Los valencianos, una parte de ellos, tienen una notoria animadversión por los catalanes, siendo éstos sus ancestros. No es extraño que digan que no hablan catalán y que solivianten contra el trasvase que quiere prever la sed de cinco millones de personas. Tienen tema y volverán a convocar manifestaciones y pagar con paellas multitudinarias a los que allí acudan.

Llueve. Me asomo a la ventana. El Turia pasa alegre. Nos estamos planteando llamarlo río Blanco, que era el nombre con el que llamaban a este río en Santa Cruz de Moya y en las comarcas limítrofes de Teruel y Valencia. Los aragoneses lo llaman Guadalaviar y los valencianos, Turia. A su paso por nuestro pueblo, el río Blanco se vuelve castellano por unos breves pero intensos kilómetros.

En La Olmeda, bella aldea de Santa Cruz de Moya, el río recibe un gran aporte, es decir, somos cedentes. A pesar de nuestra riqueza hidrográfica, ésta no nos supone una ventaja, pues esa agua se deja correr desde tiempos inmemoriales para que en Valencia no pasen sed. Habría que hablar mucho sobre la gestión que en Valencia se ha realizado con el Turia, pero su presidente prefiere hablar del Ebro. Si cierro los ojos y sueño, veo una huerta fructífera en nuestro término conquense sino se nos acotase el caudal. Gozamos de un clima mediterráneo y de la suficiente extensión para que nuestros frutos fueran un privilegio, pero durante siglos, ese privilegio fue para la huerta valenciana, huerta que está desapareciendo y en su lugar plantan edificios, urbanizaciones y apuestan por el crecimiento insostenible.

Si sueño, nuestra agricultura sería competente, pero a los de Santa Cruz nos ha estado prohibido soñar. Estamos condenados a que nuestros recursos hídricos sean esclavos del crecimiento de Valencia, en el pasado y en el futuro. Una vez derrochado el Turia, quieren derrochar con un gran trasvase el Ebro. El agua es de todos, dicen, pero el agua no es de Santa Cruz de Moya, a pesar de que aquí nace y nutre.

Los problemas del agua en Valencia no son de ayer. Thomas F. Glick lo recoge en su libro Irrigation and Society in Medieval Valencia. Ya en las sequías de 1370 la ciudad de Valencia estudia realizar un trasvase del Júcar al Turia. También se interesaron en 1413 en desecar una laguna en el término de Santa Cruz de Moya con la construcción de canales y presas que condujeran el agua primaveral que recogía esta laguna y aumentar el caudal  del Turia y así paliar las sequías que azotaban la ciudad y la huerta. Para ello, se entrevistaron con los que mantenían a nuestro pueblo en la pobreza, los marqueses de Moya, y éstos le pedirían lo que fuera. No sé si finalmente lo conseguirían ni si la laguna es lo que conocemos hoy como Las Simas. Me atrevo a decir que sí, una está desecada y brota pobremente en primavera. Las otras dos, pues son tres, vierten al Turia.

El problema es que este es un país de sequías y tormentas. Nos acaloramos y nos enfriamos sin intervención alguna del sentido común. Si en tantos siglos no han sabido solucionarlo con trasvases y pantanos, habrá que buscar otros caminos. A nosotros nos sobra agua y nos falta gente, lo contrario que a la cuenca mediterránea, donde falta agua y hay demasiada gente. Si el crecimiento sigue a este ritmo, el Ebro no será suficiente, pues ya lo dicen los técnicos, en época de sequía el trasvase no podrá calmar la sedienta ambición de Valcárcel y Camps. Así lo han visto mis ojos cuando he recorrido Valencia y Murcia. Ambos presidentes han optado por desarrollar de manera insostenible sus comunidades y esto resta a la nuestra, por lo menos a nuestro pueblo. Quizás, si se preocuparan menos del ladrillo y más por la gente, habría agua para todos.

Pedro Peinado Gil

Presidente de La Gavilla Verde

Santa Cruz de Moya, 16 de abril de 2008